miércoles, abril 24, 2024

Equilibro entre Israel e Irán

El viernes pasado se produjo una salva de disparos por parte de Israel para responder al ataque que Teherán ejecutó la noche del sábado 13 sobre territorio israelí. Fueron pocos cohetes y quizás algún dron. La acción tuvo tres objetivos principales. Uno, el de responder y no dar sensación de debilidad, dos, respetar los deseos de los aliados de Jerusalén de que la cosa no se descontrole y, sobre todo, tercero, decirle a Irán que su territorio no es invulnerable, y que tienen capacidad de golpear en cualquier momento no sólo a lugares poblados, sino aquellos de elevado interés. El que la respuesta no fuera sobre Teherán no fue nada casual.

Como bien dijo Ignacio Camacho en su columna del domingo, esto no se ha acabado, y lo que se ha iniciado es una nueva partida de ajedrez entre ambas naciones con un movimiento de apertura en la que se mueven los peones u otras piezas de escaso valor, como en las partidas clásicas. Los dos países han roto el tabú de atacarse mutuamente, desde sus propios gobiernos, y contra el territorio nacional del otro, pasando de una situación estancada de ataques vía proxy de Irán y de acciones encubierta de Israel. De momento la cosa no ha ido a más y la sensación de guerra cercana mutua se ha enfriado, cosa que es de agradecer, pero ni mucho menos los problemas se han diluido, sino todo lo contrario. En lo que hace a lanzamientos y salvas, hay un cierto equilibrio entre los contendientes, por el tema que comentaba la semana pasada respecto al coste de la defensa israelí y la posibilidad de un barato lanzamiento masivo por parte de Irán, pero lo que trasciende en el fondo es que la rivalidad ya es total y no hay freno. Les comentaba antes que no era casualidad que, mientras Irán hubiera lanzado ataques tanto contra bases como ciudades israelíes, Israel ha disparado poco sobre Isfahán, bella ciudad del suroeste del país, lejos de la capital. En su entorno está Nathan, que es donde se encuentra el complejo nuclear iraní, donde el régimen desarrolla su programa de enriquecimiento de uranio. El mensaje de Netanhayu a los líderes iraníes ha sido claro. Sabemos que, si buscáis la bomba, lo hacéis ahí, y que llegado el caso somos capaces de atacar las instalaciones y arrasarlas. La bomba es el gran escalón estratégico que separa las capacidades de ambas naciones. Israel la tiene, aunque nunca lo haya hecho oficial, e Irán la busca, aunque siempre haya vendido que sus instalaciones tienen por objeto la creación de combustible para reactores civiles. El acuerdo internacional que se suscribió al final de la presidencia de Obama buscaba ralentizar el programa iraní a cambio de incentivos económicos y de levantar muchas de las sanciones que pesan sobre el régimen, todo para lograr que la nación chií no se uniera al club nuclear, pero la decisión unilateral de Trump de romper aquel pacto lo hizo descarrilar y, pese a que aún no está derogado de manera oficial, en la práctica no rige. La lección que los ayatolás han podido extraer con el paso del tiempo es que el acceso al club de los poseedores de la bomba te otorga un plus de respetabilidad internacional, asociado al miedo que da que tengas, de verdad, el arma de destrucción masiva. Corea del Norte es el ejemplo perfecto de esta regla, y desde que el régimen de Pyongyang hizo la prueba y mostró su capacidad Kim se ha transformado en un señor al que el mundo hace caso. Es un peligro global, da miedo, y el miedo da respetabilidad. Irán sabe que si logra hacerse con la bomba, si la prueba y, de esta manera, anuncia al mundo que la tiene, elevará su estatus internacional de paria a estado con el que el resto querrán sentarse a hablar, y eliminará parte de la ventaja estratégica que ahora mismo le lleva Israel. En el contexto actual, de hostilidades abiertas, la tentación iraní para acelerar su programa y conseguir la bomba se ha incrementado notablemente.

Cierto, tener una bomba es una cosa e integrarla en una cabeza de un vector de lanzamiento otra. Corea del Norte ya ha conseguido todo el proceso, pero hacer una primera versión y detonarla en una prueba es lo básico, y nos llevaría a un escenario desconocido, mucho más peligroso. Israel siempre ha dicho que no consentirá que Irán lo logue, y que actuará de acuerdo con otros o por iniciativa propia para ello. Si posee información de que el proceso se acerca a su conclusión no dudará en atacar Nathan o lo que sea para impedirlo, y eso sí que sería una declaración de guerra abierta. El tablero está puesto, los peones han avanzado y la partida continúa. El juego serio no ha hecho nada más que empezar.

martes, abril 23, 2024

Libros y la estafa de la autoayuda

Hoy es 23 de abril, el día del libro, una jornada de descuentos en las librerías y de celebración del mutuo placer de leer y recomendar. Las rosas de Sant Jordi, bella costumbre catalana, estarán por todas partes y autores y lectores compartirán ideas sobre los textos que han sostenido juntos, unos creándolos y otros dándole vida. En el paraninfo de la Universidad de Alcalá recibirá el premio Cervantes Luís García Montero, a quien he leído menos de lo debido. Es un bonito día para los que amamos los libros, que tratamos de extenderlo a lo largo de todo el año. Los aniversarios sirven de recordatorio, pero son inútiles como islas en el mar del tiempo.

Pero, ay, tampoco podemos ser ingenuos. No todo lo que se publica es maravilloso. El libro es un formato ideal que perdura desde hace siglos y lo que le queda, pero lo que en él se escribe puede tener mayor o menor valor, o ser incluso contraproducente. Por ejemplo, de un tiempo a esta parte la sección de las librerías que más crece es esa que se ha bautizado como Autoayuda o Crecimiento personal, o cosas por el estilo. No se si por moda o porque realmente ahora sucede más, pero es casi imposible pasar por la entrevista de alguien conocido que no confiese que ha acudido a terapia, que ha necesitado tratamiento psicológico o algo por el estilo. De la estigmatización del sufrimiento mental y emocional hemos pasado a un cierto alardeo del mismo, cosa que sucede con todos los fenómenos sociales, hasta que se banalizan por completo y, pasada la resaca, suele quedar lo realmente valioso de ellos. Pues bien, subidos a esta moda se han disparado los títulos que tratan de ayudar a aquellos que lo necesitan, o al menos así se venden. Personajes que se hacen llamar doctores, expertos en psicología, conferenciantes de prestigio y una fauna de lo más diversa llena muestrarios con volúmenes no muy grandes pero nada baratos sobre los trescientos catorce consejos para llevar una vida mejor, la manera más adecuada de ser uno mismo, las vías para conocerte y llegar a los demás, las proteínas que en forma de persona servirán para construirte y un montón de lemas por el estilo, a cada uno más vacío y pomposo, que no hacen sino girar y girar en torno al concepto de “si crees, puedes” lema de una peligrosidad enorme, porque hace creer a quien se ha convencido del mismo que la vida no es sino el resultado de lo que tu pienses de ella y de cómo la afrontes, cosa que es completamente falsa. Si, como suele suceder, la vida te pega varios palos y muchas de las cosas que deseas no las logras, aunque creas mucho en ello, el corolario del lema es que no has creído lo suficiente y, por tanto, la culpa de lo que te pasa es tuya. Eso te hunde aún más en un pozo depresivo, pero nada, ahí aparecerán una nueva hornada de publicaciones que te dirán que la culpa es tuya, pero que debes de creer aún con más fuerza, y levantarte, porque el mundo está hecho para ti, y los demás son tuyos, y si te autoconvences de verdad de verdad de la buena vas a salir del hoyo y triunfar en todo lo que te propongas. Y así una y otra vez, un bucle constante de mentiras destinadas a personas que han sido golpeadas por las circunstancias de la vida. Como todos hemos sufrido porrazos de más o menos importancia, porque eso es vivir, el comprador potencial de estos libros de autoayuda es todo el mundo, lo que es fantástico. No estamos ante una literatura de género que a unos gusta, pero a otros no. A todos se nos han muerto allegados, hemos tenido crisis en el trabajo, desastres en las relaciones de pareja, sueños frustrados, etc, y todos tenemos heridas en nuestro interior causadas por lo que nos ha sucedido, o lo que hemos presenciado en nuestro entorno. Así, el potencial comprador es el mundo entero, y claro, entre tantos no serán pocos los necesitados de ayuda que acudirán ahí a la búsqueda de un remedio, como lo harán ante cualquier opción donde crean que puedan encontrarlo. Ya lo siento, pero esos libros son una estafa que no va a ayudar a nadie.

Bueno, a alguien sí, al autor y editor, porque se van a quedar con algo del dinero del sufrido comprador, que va a seguir tan mal como antes, pero con unos cuantos euros de menos en el bolsillo. No hay recetas mágicas para afrontar la vida, como tampoco para hacerse millonario ni para seducir ni nada de nada. Quien eso vende es un poco más listo que la media, eso es verdad, sabe detectar las carencias de los que les rodean y encuentra la manera de, a través de ellas, hacer negocio. Es un engaño, sí, pero que no deja de repetirse. Sinceramente, cada vez que veo una montaña de libros de ese tipo me dan ganas de denunciarlos. No compren nada de eso.

lunes, abril 22, 2024

Bildu casi gana, el PNV resiste

Lo primero, visto el resultado, es que de entre lo malo y lo peor que podía haber pasado, nos hemos quedado con lo malo. La resistencia del PNV es asombrosa, y tras cuatro décadas ganando elecciones autonómicas, vuelve a hacerlo, por la mínima, en el agregado de votos, pero en un empate a escaños que le deja con un sabor agridulce. Pese a ello, con la expectativa de una derrota que muchos vendían, y con el conocimiento de que, por ahora, mantendrá el Gobierno Vasco, su euforia de ayer por la noche está justificada. El feudo nacionalista sigue en pie, aunque asediado como nunca. Han sobrevivido y el poder seguirá en sus manos.

El resultado de Bildu es excelente, sin paliativos, y para este que les escribe, una noticia desoladora. Segundo en votos en el agregado de la Comunidad, a poco más de veinte mil de los peneuvistas, es la primera fuerza en Guipúzcoa, en todo, y por primera vez en la historia, gana en votos en Álava, donde empata en escaños con el PNV. El resultado alavés da para todo tipo de análisis e interpretaciones, y se convierte en un misterio en sí mismo. Los de Otegui han sacado oro de cada voto y lo han rentabilizado en escaños mejor que el PNV, que tiene en Vizcaya a su alma y la cosecha de sufragios necesaria para mantenerse como la formación más votada. En el duelo generacional es muy probable que Bildu haya ganado de calle a los jeltzles, siendo el voto nacionalista mucho mayor en edad, y eso le otorga a Otegui y compañía la opción de ser, en las próximas elecciones, los más votados. Nada de su infame comportamiento sobre la cuestión terrorista y el desprecio a las víctimas ha sido penalizado por un electorado amnésico, que olvida el pasado y desprecia sus lecciones a una velocidad que genera escalofríos. No hay consuelo moral para las víctimas de una época, que fueron asesinadas y despreciadas por todos, y que hoy son olvidadas por casi todos, y ven como el que fuera brazo político de aquellos que les mataron está a un paso de ser la principal formación electoral de su tierra. El mensaje ético y moral que se traduce de estos resultados es, simplemente, horrible, para llorar y no dejar de hacerlo. El resto de partidos, a la sombra, se reparten los restos. El PSE saca dos diputados más y se lleva algo de lo que fuera Pablemos, y puede darse por satisfecho. Mantendrá en principio la coalición con los nacionalistas y la correlación de fuerzas le dará algo más de peso en ellas. Además, la presencia de un Bildu en igualdad de escaños hace que el PNV sea consciente, aunque no lo reflejara ayer, de su debilidad parlamentaria. El PP sube un escaño, y supera sus anteriores resultados, los peores, y venderá como un éxito lo logrado, pero la verdad es que el botín es escaso. Además, no ha conseguido que Vox desaparezca, dado que han mantenido el escaño de Álava, por lo que los populares van a seguir siendo una fuerza accesoria y sin capacidad de decisión alguna. Sólo un cambio de fuerzas a nivel nacional le daría el revulsivo necesario para ganar peso en el País Vasco, pero eso, de momento, no se dará a corto plazo. Los grandes perdedores de la noche son el espacio a la izquierda del PSOE, donde se presentaban por separado Pablemos y Sumar. Los representantes de la familia del ex líder supremo han sacado cero escaños y los de la marca de Yolanda Díaz uno. Partían de los seis que tenía Elkarrekin Podemos, por lo que no hay que ser muy espabilado para comprobar que lo cosechado es una profunda derrota. El escaño de consolación lo han logrado por Álava, donde es mucho más barato en votos que en el resto de provincias. Ellos y Vox se han visto beneficiados por este aspecto y, aunque psicológicamente no han desaparecido, han conseguido escasamente cinco mil votos cada uno de ellos, superando por poco el 3,5% de todos los depositados. La coalición de Yolanda Díaz naufraga en cada elección que se realiza y sus expectativas nacionales son, cada vez, peores. Sobre la secta de Iglesias y familia, poco más que añadir. Su desaparición es una excelente noticia.

Decía antes que, por ahora, el PNV mantendrá el poder porque el PSE le apoyará, pero saben los “jeltzales” que no pueden descartar un escenario como el de Pamplona, una traición ordenada desde Moncloa, que otorgue a Bildu el poder con un apoyo del PSOE, total o parcial. A corto plazo ese movimiento no se va a dar, pero la idea de que pueda suceder, visto lo visto, está en la mente de todos, también en la del PNV, y eso le obligará a ser cauto. Es probable que la continuidad del gobierno vasco se mantenga durante un tiempo, pero todo está sujeto a la volatilidad extrema de lo que sucede en la política nacional, donde el resultado de las catalanas de dentro de tres semanas determinará muchas cosas. Salvado por la campana, el PNV suspira de alivio, pero con el susto ya instalado en el cuerpo.

viernes, abril 19, 2024

Bildu puede ganar

Este próximo domingo se celebran las elecciones autonómicas en el País Vasco, las segundas de las, de momento, cuatro previstas para este año políticamente desquiciante. Van a ser los primeros comicios regionales en los que no voy a poder votar allí, cosa que me fastidia muchísimo y que, internamente, me hace soltar algunos tacos, en una de las pocas venas vascas autóctonas que surgen en ocasiones de mi interior, hecho como estoy para romper todos los tópicos imaginables. Veré, por tanto, el recuento desde la distancia geográfica y la sensación cierta de que, pase lo que pase, no he hecho nada para alterarlo. Es un pensamiento estúpido, ya lo se, dado el peso de un sufragio, pero no puedo evitar caer en él.

Bildu puede ganar las elecciones, más probablemente en votos que en escaños, pero es posible que incluso en ambos. El sistema de reparto de escaños del parlamento vasco, probablemente uno de los más injustos de occidente, le otorga una prima en Guipúzcoa que puede rentabilizar notablemente. El mero hecho de la posibilidad de que los herederos de Batasuna ETA puedan ganar unas elecciones autonómicas y que, por primera vez en la historia, desbanquen al sacrosanto PNV es algo que nos debiera llevar a todos a una reflexión sobre la podredumbre que ha anidado en parte de esa sociedad, de toda nuestra sociedad. En este final de campaña se ha visto, de manera suave, como el candidato de Bildu no condena el terrorismo etarra, y no es algo que se pueda entender como un error estratégico ni nada por el estilo por su parte o por la de la formación. Para ellos ETA no era un grupo terrorista, sino una banda que defendía su idea de un estado totalitario, étnicamente puro y sometido a su dictadura, eliminando los obstáculos que se interponían en el camino. Peio Otxandiano, el desconocido candidato de Bildu, seguramente optó en su momento por pedir a ETA que dejara de matar no por el hecho de que eso fueran acciones criminales despreciables, no, sino porque no rentaban como antaño. El coste social de los asesinatos empezaba a superar a los beneficios, y el mundo mafioso de la mal llamada izquierda abertzale decidió amortizar a uno de sus brazos, el de las pistolas, para que el resto sacasen el mayor beneficio posible. Peio y los suyos no ven terrorismo en el asesinato, secuestro, amenazas y demás infamias realizadas por ETA. No, para ellos todo eso estuvo bien. Si me apuran, se quedaron cortos, dejaron demasiados vivos, no hicieron la limpieza necesaria, no contaron con los medios para ello. Por eso, el revuelo montado estos días en torno a sus declaraciones me parece de una hipocresía rayana en el insulto. Otxandiano no miente, cree en lo que dice, sigue orgulloso del pasado terrorista de su banda. Son otros, los que pactan con Bildu, los que le han blanqueado, los que firman acuerdos con ellos y se sacan fotos sonrientes, los que los venden como una formación progresista y hacen que a muchos nos entren ganas de vomitar al escucharlo, los que deben dar explicaciones. Falsas rasgadas de vestidura las que hemos visto en este final de campaña, poses teatrales forzadas, mentirosas, viles hasta el asco por parte de muchos que, una vez que pasen las elecciones europeas, no tendrán muchas dudas en volver a pactar con Bildu cualquier norma en el Congreso y, desde luego, sopesar la posibilidad de otorgarle el gobierno vasco si llega la ocasión. ¿Cuál es la diferencia entre el ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno Vasco? No veo muchas, más allá de la mayor sequedad del clima en la comarca navarra frente a la llanada alavesa. El PNV sabe que su alianza con el PSOE, que es la que ha gobernado el País Vaso durante varias legislaturas, depende del cinismo absoluto con el que se maneja Sánchez a la hora de elegir alianzas. Durante unos pocos días la máquina de propaganda de Moncloa ha permitido que sea políticamente correcto llamar a Bildu lo que es y arrojarles en la cara su connivencia con el terrorismo, pero puede que a partir del lunes mismamente la orden que salga del palacete madrileño y vuelvan a repicar los portavoces subvencionados sea la que se leía hasta hace un par de semanas, la de un Bildu socialdemócrata cuasi equivalente a una formación nórdica.

Más allá de la de política y sus nauseabundeces, quizás sea el País Vasco uno de los lugares de Europa donde más se sigue despreciando la memoria de las víctimas del terrorismo. En casi todas las localidades la mafia etarra, con el apoyo bastantes de sus habitantes, ejecutó asesinatos y crueldades incontables. En esos pueblos hoy sigue sin haber recuerdo alguno a los muertos, y en casi todos ellos se mantienen homenajes a los asesinos y sus colaboracionistas, en una inversión macabra de la historia perfectamente engrasada con dinero público y consentida desde todas las autoridades. Esa profunda podredumbre moral puede alcanzar cotas inéditas a partir del lunes que viene.

jueves, abril 18, 2024

Raúl del Pozo y la amistad de un periodista

En La2 de TVE, la cadena que casi nadie ve que sí tiene programas propios de una televisión pública, se ha estrenado una serie de diez capítulos, titulada “En Primicia” en los que Lara Síscar, flanqueada por amigos y conocedores del personaje, recorre la vida y obra de periodistas fundamentales de nuestra historia. El primer capítulo, dedicado a Raúl del Pozo, es un ejemplo de buena producción, guion y testimonios, tanto del homenajeado como de aquellos que le han conocido y glosan su figura. Es muy recomendable su visión y creo que, en conjunto, la serie merecerá mucho la pena. Enhorabuena a Lara y el resto del equipo por su trabajo.

Entre las muchas cosas valiosas que suelta del Pozo en la hora que dura el programa, hay una que creo merece ser enmarcada en la mente de todos aquellos que, ahora o en el futuro, se dedican a la profesión, y es que un periodista no debe hacerse amigo de un político, nunca, porque el político le utilizará para sus intereses, y el periodista acabará siendo una herramienta más del poder. Es curioso que alguien que tiene más de ochenta años, y que ejerce aún su profesión de manera tan brillante, sea capaz de dar un consejo tan lúcido a tantos y tantos que, menores a él, por cuestiones biológicas, no dejan de ser ejemplo de compadreo con los políticos en el día a día de su ejercicio periodístico. Si algo de eso ha habido siempre, la situación actual llega unos límites de obscenidad que, sin duda, son una de las causas de que la percepción social de la figura del periodista se encuentre en uno de sus niveles más bajos. La pregunta “de qué partido es” que casi todos nos hacemos cuando nos mencionan el nombre de tal o cuál profesional es un síntoma inequívoco de decadencia. Lo peor se da entre aquellos entregados a la causa del partido de turno, que llegan hasta el punto de ser meros propagandistas de unas siglas, pervirtiendo por completo su profesionalidad en aras de prebendas, ingresos a cuenta o, quizás, un simple canapé más que el resto. La destrucción financiera de las empresas periodísticas que ha provocado la llegada de internet y las redes sociales ha hecho que muchos vean en el partido de turno la manera de garantizarse unos euros que les permitan vivir por encima de los salarios rácanos que ahora mismo se pagan en precarias redacciones donde la eventualidad es una de las únicas cosas no sujeta a cambios. El periódico con medios, profesionales bien pagados y equipos robustos hace tiempo que desapareció, y ahora las cabeceras subsisten dentro de estructuras empresariales carcomidas, con deudas, algunas de ellas cotizadas en bolsa a valores de derribo, con una relevancia social menor que la de cualquier influyente de esos que se creen la monda y arrastran multitudes. Convertirse en empleados a sueldo de unas siglas es caer lo más bajo posible, pero es algo que vemos y leemos a diario, sin que haya mucho pudor en quienes actúan así. Siempre ha habido pelotas del poder, nunca faltarán, pero es verdad que en los tiempos en los que Raúl del Pozo creció, no en los jóvenes, donde ir en contra del poder era meterse en un lío bastante feo, el periodista podía jugar a arrimarse a todas las bandas posibles y mantener siempre una distancia prudencial. Compadrear con el poderoso es algo que, al final, sólo acarreará ventajas al que mantiene el poder, no al que se ha utilizado como portavoz. Y si el poder se pierde, ambos acaban dando vueltas en el Linkedin, suplicando oportunidades y blanqueando un perfil que, hasta entonces, era de una militancia exacerbada. Recuerdo la película “los papeles del Pentágono” de Spielberg, muy recomendable, adorada por los periodistas, en la que en más de una escena se observa una camaradería absoluta de los protagonistas, periodistas y ejecutiva del Washington Post, con los políticos demócratas, la oposición en aquel momento, y cómo hay voces que les recuerdan que la principal diferencia entre el Nixon presidente y el demócrata opositor es que uno es el que manda ahora y otro el que lo hizo y desea volver. No es el tema fundamental de la película, pero se nota que, por momentos, alguno de los protagonistas se ve como un elemento con el que los que detentan el poder juegan, y “los suyos” también lo hacen, y eso le repele.

Supongo que desde la posición y edad de Raúl del Pozo es más fácil resistirse a estas presiones que desde un contrato precario y unos años en los que es casi imposible conseguir una hipoteca, y pactar con el diablo político puede ser la vía para acceder al salón con Netflix con el que sueñan tantos y tantos. Cada época es distinta, y las oportunidades y sueños también, pero lo que no cambiará nunca es el hecho de que, como dijo Lord Palmerston refiriéndose a Inglaterra, el poder no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo sus intereses son permanentes. Recuérdenlo todos los que se dedican a ese noble y necesario oficio del periodista.

miércoles, abril 17, 2024

El dron en la guerra

Se suele decir, y es cierto, que las guerras son grandes aceleradores. Provocan que la historia corra, la sociedad se transforme y que la tecnología avance como en pocos momentos del tiempo se da. La necesidad de una victoria por parte de cada uno de los contendientes, ante el riesgo de que la derrota suponga el fin de su existencia, hace que los esfuerzos sean los mayores y que la inventiva se fuerce al máximo. Un proyecto como el Manhattan, liderado por Openheimer que se desarrolle en poco más de un par de años sólo es posible en el contexto de una Guerra Mundial como la que se vivió en los años cuarenta.

La de Ucrania, la guerra más importante de las que ahora mismo tienen lugar, ha supuesto la llegada masiva del dron como elemento de ataque. En ese conflicto se juntan escenas propias de hace más de un siglo, con esas nauseabundas trincheras atestadas de ratas y cadáveres, junto con el empleo de tecnología digital de última generación que permite ser precisos en el disparo y la observación del enemigo. Pero es el dron el gran elemento de esta guerra, que se está extendiendo a otros conflictos por el mundo, y que empieza a poner en cuestión la pervivencia de lo que se denominan grandes plataformas, como pueden ser tanques y aviones. Drones los hay de muchos tipos, y EEUU ya los había empleado en el campo militar, pero limitados a dos tareas fundamentales; la observación y la ejecución de operaciones de castigo muy puntuales. El dron servía como satélite baratísimo para ver, repetir señales, actuar como espía, a un coste bajo y con una maniobrabilidad elevada. Una vez fijados los objetivos, pongamos el escondite de unos milicianos de Al Queda, otro dron podía ser el encargado de acabar con ellos, bien mediante disparo o por impacto suicida. En Ucrania este tipo de misiones se dan, sobre todo la primera, pero el dron es usado, principalmente, y de manera masiva, como arma de ataque, como elemento con el que tropas que están a mucha distancia del frente, guarecidas, ajenas al riesgo, pueden conseguir destruir fuerzas enemigas mediante su uso. Los rusos comenzaron su ataque con una táctica ochentera, siendo generosos, de invasión mediante blindados, pero el principal oponente a los TXX de orugas que usaban los esbirros de Putin no eran otros tanques, sino drones que impactaban contra ellos. Las torretas de los tanques son uno de los puntos débiles del vehículo y contra ellas impactaban pequeños vehículos autónomos teledirigidos cargados de explosivo. Incluso hemos visto como no pocos tanques eran inutilizados de una manera tan cutre como efectiva, mediante un dron que, colocado en la vertical del tanque, simplemente, dejaba caer un explosivo sobre ellos. Israel, que como todo el mundo sigue la guerra y aprende de ella, dotó a sus tanques Merkava de una estructura superior adosada a la torre de tal manera que, en caso de ataque mediante dron, fuera ese el punto de impacto y que el vehículo y sistema de armamento quedasen intacto. De ese uso improvisado del dron se ha pasado a un empleo masivo de elementos desde los que se pueden comprar en las tiendas de juguete hasta sistemas como los fabricados por Turquía e Irán, capaces de suplir de manera muy efectiva a los misiles balísticos. Con un coste ridículo por unidad, se pueden fabricar cientos de ellos y planificar oleadas de ataques en los que se emplean, cargados de explosivo, a modo de proyectil, causado destrozos y víctimas en gran cantidad, saturando las defensas aéreas y logrando así que, aunque el número de eliminados sea alto en cada oleada, no pocos de ellos lleguen a sus objetivos. Ucrania los ha empleado incluso para destruir infraestructuras rusas situadas muy al interior del país, como refinerías, a cientos y cientos de kilómetros Rusia adentro. El ataque iraní del sábado tuvo más drones como elementos de impacto que misiles, en otra muestra de que el uso de este tipo de elementos ya es uno de los principales en el campo de batalla.

Y como dicen los expertos, de momento, la lanza va por delante del escudo. La capacidad de infringir daños por parte de una escuadrilla de drones está bastante por encima de las posibilidades de evitarlos, y es probable que en poco tiempo veamos cazas, de precio desorbitado, derribados por enjambres de este tipo de elementos, actuando de manera coordinada. En el análisis coste beneficio uno puede tener cientos de drones de alta tecnología y capacidad por el precio de un F35, el que seguramente sea el mejor avión de combate del mercado, carísimo. ¿Cuánto compensa en invertir en la compra de estos aviones caza frente al desarrollo de drones? ¿Va a sobrevivir el tanque como plataforma de ataque sin defensas ante ellos? Ahora mismo no hay respuesta a preguntas de este tipo, y todo el mundo se las hace sin cesar.

martes, abril 16, 2024

Ataques, defensas y costes

El ataque iraní a Israel abre muchas dudas y, potencialmente, escenarios muy peligrosos, pero en lo real nos ha dejado una montaña de información sobre las capacidades de ataque del agresor y las defensivas del agredido, y ambas naciones, y sus aliados, están tomando nota de ello. De una manera muy resumida, cierta a corto plazo, pero puede que con un error de fondo, la conclusión fundamental es que Irán carece de capacidad militar para ser un rival para Israel, y que el escudo defensivo hebreo es capaz de proteger a la nación y hacerla invulnerable a un intento de agresión militar persa. Israel ha ganado por KO este asalto.

Vamos con los matices y las dudas. Viendo el balance de proyectiles disparados e interceptados la discusión es poca, el Iron Dome israelí, junto con la aportación de cazas de EEUU y Reino Unido, y la colaboración de otros países como Jordania, Arabia Saudí y probablemente Francia, se ha mostrado como invulnerable, como la joya de la tecnología que es, ofreciendo un rendimiento propio del guion de una teleserie futurista. Aproximadamente trescientos fueron los elementos utilizados por Irán, destruidos en su inmensa mayoría. El test ha dado un resultado claro, pero hay cosas que no podemos obviar. Tecnológica y económicamente los costes de un sistema defensivo como el israelí son muchísimos más elevados que los de una forma de ataque como la empleada por Irán. Por pura balística, se requiere una precisión tecnológica enorme para calcular la trayectoria de interceptación de un cohete que se acerca y la velocidad del interceptor debe superar a la del atacante, y cuanto más mejor, para que el cálculo de trayectorias sea lo más afinado posible y la posibilidad de error mínima. Se estima que el coste de un misil Patriot, herramienta fundamental de disparo del sistema defensivo desde tierra, es de unos cinco millones de euros. Estos misiles se alojan en las baterías móviles que se encuentran en tierra, dotadas de la tecnología más alta imaginable, para realizar el trabajo de interceptación, coordinadas con el resto de elementos del mismo tipo y todos los sistemas aéreos y demás. La producción de lanzaderas, misiles y aparejo tecnológico se realiza en EEUU y es costosa y lenta, no se producen Patriots como churros, y viendo el coste de cada uno de ellos se puede imaginar la cantidad y calidad de componentes que portan. Frente a ellos, como elemento ofensivo, Irán ha utilizado misiles de distinto tipo, de tecnología bastante más antigua, de gran poder destructivo aún con defensas aéreas convencionales, pero poco útiles ante tecnologías como las que vemos, y drones, que son más esquivos que los misiles, al poder adoptar trayectorias más erráticas. Lo fundamental es que esos misiles viejos y, sobre todo, los drones, tienen un coste muy bajo, ridículo, en comparación a los Patriot. Hagamos cuentas. Si de los trescientos elementos disparados por irán al menos la mitad han sido destruidos por baterías Patriot eso nos pone en un coste defensivo en la noche del sábado de 150*5 igual a 750 millones de dólares, a lo que hay que sumar los costes del despliegue de cazas y de todos los sistemas militares en alerta, etc. Las informaciones que circulan desde el domingo que el coste de la operación para Israel ha estado en torno a los mil millones de dólares suenan razonables, aunque no creo que haya manera real de precisar las cifras. Para Irán el ataque ha resultado ser mucho más barato, porque un dron Sahel de los que fabrica ronda los 20.000 dólares. Por cada misil Patriot defensivo Irán puede hacerse con 250 drones, por lo que, económicamente, el ataque le renta a Teherán bastante más de lo que le cuesta a Israel. Y lo más importante, hagamos números, con una ratio de coste de, bajemos, un par de centenares de drones por misil Patriot, resulta evidente que una manera de violar el escudo defensivo es mediante la saturación. Si en vez de un ataque con trescientos elementos Irán realiza uno con tres mil es imposible que las baterías antimisiles y los cazas aliados pudieran detener la mayoría de ellos, simplemente por falta de proyectiles antiaéreos. Saturar el escudo es una manera de franquearlo, y eso lo saben muy bien en Israel y Teherán.

De hecho, es lo que vemos cada día en las nuevas ofensivas rusas sobre Ucrania, donde la creciente escasez de munición de Kiev, por nuestra culpa, se agota en oleadas de ataques de drones iraníes, que ya fabrica Rusia, que esquilman las opciones de defensa antiaérea de Kiev, hasta que llegue el momento en el que se agoten y nada impida el ataque a discreción. Esto quiere decir que la sensación de fracaso iraní, real, no es tan obvia, y que la seguridad israelí, que se ha mostrado tan eficaz, no es sostenible económica ni productivamente en caso de intento masivo de respuesta. Me da que hay una especie de equilibrio entre ambas fuerzas, lo que alienta a que el conflicto no vaya a más, pero eso puede ser más un deseo que la realidad. Los drones están cambiando la guerra y arrasando con las plataformas caras.